En estos días, se está viendo como muchos ciudadanos saltan los molinetes en los subtes y trenes en Buenos Aires, consecuencia de los aumentos en el precio del transporte, producto de las medidas del gobierno nacional. En el interior del país, son cada vez más quienes suben a los colectivos sin carga en la tarjeta.
Inflación y pobreza. La fuerte devaluación, la desregulación de la economía, la liberación de precios y la quita de subsidios, están multiplicando los costos de vida para la población. La inflación en dos meses marcó el récord de casi 50% y la pobreza trepó a 57%, 14 puntos más que cuando asumió el gobierno Milei, la más alta en décadas.
Pasó en Chile. Saltar el molinete fue un símbolo de desobediencia civil en Chile por parte de las y los estudiantes en los subte de Santiago contra las políticas neoliberales del gobierno de Sebastian Piñera, y se convirtió en uno de los acontecimientos que marcó el inicio de un ciclo de protestas y rebelión popular masiva en el país trasandino.
Estrategia de shock. En Argentina, la caída de la Ley Ómnibus en el Congreso Nacional significó un freno a la ofensiva libertaria. El Gobierno de Milei, apenas asumió, puso en marcha una especie de guerra relámpago contra el Estado Nacional y los intereses populares. Una fuerte devaluación, el DNU, la Ley Ómnibus, y un conjunto de desregulaciones económicas, son algunos de los elementos de una batería de medidas como parte de la estrategia de shock para imponer “la libertad” de mercado.
Freno a la ofensiva libertaria. Tras la derrota parlamentaria, el gobierno aplicó nuevas medidas, anunciadas tras un distópico relato sobre la necesidad de castigar a quienes “no la ven”. Así profundizó el ajuste con quita de subsidios en sectores sensibles, sacó transferencias a las provincias, y más tarifazos, fortaleciendo la tendencia de los aumentos de precios en toda la economía. Esto genera un terrible impacto en la vida cotidiana y por abajo mayor descontento social. En ese marco, peligra el inicio de clases, hay paro de varios sectores de trabajadores, y la CGT anuncia que está discutiendo un nuevo paro nacional.
Va a empeorar. El ambiente social suma temperatura en un contexto donde los alquileres, la comida, los medicamentos y el transporte se están haciendo imposibles. A este panorama se suma el inicio de clases y el costo de la canasta escolar por las nubes. Mientras tanto va a debatirse el DNU en el Congreso. El gobierno contesta que marzo y abril van a ser peores, y continúa con la estrategia de ir por todo y todo a la vez para recalentar la crisis.
¿Saltar el molinete? Paro nacional en enero, concentraciones en plazas, movilizaciones y cacerolazos, rechazo parlamentario, y la oposición de intendentes y gobernadores, vienen siendo las expresiones y repertorios sociales y políticos contra las medidas del gobierno nacional. Mientras tanto una parte importante del pueblo trabajador viene masticando la bronca puertas adentro. Sin embargo, ante la escalada del ajuste, la intensa calma popular puede comenzar a mostrar mayores expresiones de descontento. Podría suceder que saltar el molinete no se transforme sólo en algo masivo en subtes o trenes sino que se convierta en un nuevo repertorio o gesto social de rechazo ante la asfixia económica y las políticas del gobierno nacional. La crisis está en disputa.