Los
crímenes de Hamas el 7 de octubre, ya condenados por todos, no
parecen ser excusa para tal situación. Ha comenzado un escarnio y
una cancelación sobre la cuestión Palestina que apura la actual
confusión moral e ideológica de lo nacional popular en nuestro
país, en un marco de una enorme debilidad propia y una peligrosa
coyuntura electoral.
Sin
condena
El
gobierno argentino condenó sin dudar y correctamente los crímenes
de HAMAS del 7 de octubre y organizó operativos de repatriación de
ciudadanos en Israel. Sin embargo, no condenó los crímenes de
Israel en Gaza que se dieron a continuación. Para un país y un
gobierno que hace de la bandera de los Derechos Humanos una marca
internacional no condenar la masacre indiscriminada de civiles
palestinos por parte del régimen de Tel Aviv ya es escandaloso.
Gaza, “la cárcel a cielo abierto más grande del mundo”, está
siendo bombardeada por uno de los ejércitos más poderosos de la
tierra.
Silencio
moral
Pero
lo que más nos importa en el fondo es el quiebre moral e ideológico
del campo nacional y popular que no ha levantado la voz para condenar
estos crímenes de Israel. Es el silencio y la cancelación de la
crítica en nuestro campo ideológico, cultural y político lo que
resulta más estratégico.
No
han faltado quienes desde “adentro” acusan a la izquierda y el
peronismo por su “tradicional” antisemitismo, y con esa operación
cancelan todo pensamiento. Otros, argumentan que cualquier crítica a
Israel es unilateral o de un binarismo improductivo. En la
intelectualidad progresista, el mundo artístico y las diversas
militancias hay demasiado silencio sobre el genocicio en Gaza desde
el 7 de octubre, o se buscan dudosos equilibrios. Quienes viven
sobresaltados por todo lo que pasa en el mundo de repente asumieron
un extraño aldeanismo y una excesiva prudencia.
Salvo
pocas excepciones, los medios de comunicación progresistas, la
dirigencia política, los analistas de política internacional y el
periodismo, se han inclinado por la crítica a Hamas, simultáneo al
silencio sobre los crímenes de Israel. Los que más levantaron la
voz, hablan del dolor que les produce los miles de cadáveres de
Gaza, pero no nombran a quien los aniquila. Quienes desde el 7 de
octubre reclaman que todas la vidas valen no lo cumplieron. Y la
falta de pronunciamiento no parece tener que ver con la urgente
coyuntura electoral nacional, ya que el tema es noticia principal
todos los días.
Sin
embargo, el bombardeo al Hospital Baptista Al-Ahli el 17 de octubre
por parte de Israel que dejó cientos de muertos, la mayoría niños,
quizás fue la última oportunidad de salvar los trapos. Incluso un
gobierno aliado a la narrativa de la OTAN como el de Borich en Chile
salió a condenar los crímenes de Israel. Petro en Colombia hizo lo
mismo. Brasil pidió en el Consejo de Seguridad de la ONU garantizar
la ayuda humanitaria. En el mundo, se están levantando cada vez más
voces y movilizaciones para frenar la masacre.
Israel
no cumple las resoluciones de Naciones Unidas sobre la solución de
Dos Estados y sigue avanzando con la política de asentamiento ilegal
de colonos particularmente en Cisjordania, expulsando a palestinos de
sus tierras, derribando casas, y construyendo los muros del
apartheid.
Días
de infierno en Gaza
Luego
de los ataques y crímenes de Hamas el 7 de octubre, Israel comenzó
un bombardeo masivo y cotidiano sobre Gaza. Mezquitas, escuelas,
zonas residenciales, campos de refugiados, almacenes de Naciones
Unidas, hospitales, edificios, y rutas de salidas hacia el sur. Miles
de muertos. Más de 100 niños palestinos por día son masacrados
actualmente. Familias enteras en sus casas recibieron bombas de las
Fuerzas de Defensa Israelí. Y claro, todos murieron. Cuerpos
destrozados de niños en brazos de sus padres que gritan perdidos.
Civiles bajo los escombros es el paisaje que amanece cada día en
Gaza junto a desplazamientos masivos. Ya no hay agua, electricidad ni
insumos básicos para sobrevivir.
El
Gobierno criminal de Netanyahu bloquea Gaza por tierra, mar y aire e
impide la llegada de ayuda humanitaria desde Egipto. En el enclave
palestino viven 2,3 millones de personas y el %47 son niños. Israel
llamó formalmente a una limpieza étnica. Avisó que 1 millón
debían trasladarse hacia la zona sur pero luego los bombardeó en el
camino. Gaza no tiene aeropuerto. Pero si no era suficiente el 17
liquidó con misiles un hospital matando cientos de civiles, muchos
de ellos niños. Crimen atroz que trata absurdamente de negar. Pero
no puede. El 18 bombardeó otra mezquita y otra escuela siguiendo con
la matanza de civiles. Por si a alguien le quedaban dudas. Israel
aplicó el castigo colectivo. Llamó a los palestinos como animales
humanos y aseguró que hay que convertir a Gaza en polvo. No es la
primera vez que lo hace.
EEUU
el 16 y el 18 vetó propuestas de resoluciones de Rusia y de Brasil
para un alto el fuego y garantizar la llegada de ayuda humanitaria. Y
por supuesto, Washington le acercó a Tel Aviv más bombas y misiles.
Aldeanismo
selectivo
Seguramente
quien critique a Israel por sus crímenes de estos días será
impopular y será señalado. Sin embargo, mirar el mundo con los ojos
de la narrativa de la OTAN y sus aliados es incompatible con un
proyecto nacional y popular, que requiere de un mundo multipolar y
dejar de lado el globalismo sesgado que se impone. La política de
cancelación de la crítica bajo el cínico apotegma del
“antisemitismo” y la no condena del Genocidio de Israel en Gaza
es ideológica y culturalmente degradante para el campo nacional
popular en Argentina.
Es
preferible decir lo que hay que decir. Ya condenamos los crímenes de
HAMAS a civiles israelíes. Ahora, condenemos firmemente y sin
tapujos el Genocidio de Israel en Gaza.